Todo el tiempo estamos deseando cosas: más dinero, más objetos. El mundo es puro deseo. Nos meten en la cabeza que no tenemos que envejecer, miles de anuncios nos animan a agrandar los labios, arreglar los pechos, estirar el pene o reafirmar nuestros glúteos. Deseamos y deseamos todo cuanto vemos en los anuncios o en la calle. Cada vez que me conecto a Internet me encuentro con cuatro proposiciones constantes: alargarme el falo, bajar de peso, comprar prostitutas y ganar una fortuna sin trabajar… o aparecen bancos imaginarios donde ganas millones. Ése es el grave problema de esta sociedad , está llena de deseos de consumir y de aparentar , pero hay muy pocas ganas de ser.
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