Personitas leyendo mí cabeza

domingo, 31 de mayo de 2015

Decadente.

Que qué significas para mí, me preguntas mientras te clavas en mis entrañas a ritmo candente.
¿O era decadente? Yo qué sé ya, pierdo todos los adjetivos mientras restriego mi cara contra las sábanas.
Que qué coño eres para mí preguntas, y yo sólo soy capaz de pensar en mis bragas tiradas en el suelo de tu, ahora nuestra, habitación. Y gimo palabras estúpidas que no expresan ni una milésima parte lo que eres para mí.
La palabra hogar, joder, la jodida palabra hogar.
Tu semen en mi ombligo tras un final feliz. Arañazos en tu espalda que descubro mientras andas vistiéndote tras follar. Besos en la frente, abrazos cruje vértebras y tus cojones chocando contra mi clítoris a cuatro patas.
Tus mi vida, mi niña, mi cielo, mi puta, mi cerda, mi zorra y mi pequeña. Las embestidas, las miradas sin tapujos y las sonrisas perfectas. Ponerme tus gafas mientras te la chupo. Jugar a ser desconocidos en el supermercado y perseguirte por los pasillos disimulando con cara de asombro frente a la sección de dulces.
Que me folles aun yendo sin depilar. Reírnos juntos del obvio estado de embriaguez del que elige las canciones en Rock F.M. Marcas de correa en mi trasero y lágrimas al borde del lagrimal. Meterte mano frente a los embutidos. Aquellas noches jugando al primer Silent Hill.
Los putos mejores helados del mundo en la heladería de Las Ramblas. Criticar a todo el mundo y planear asesinatos en masa.
El “No me arriesgaría por nadie” que tú has tirado por los suelos, eso eres.

Psique.

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