Ruiseñor.

Pregunté por el amor y me contaron la historia del ruiseñor.

“Hace tiempo un ruiseñor, un cuervo y un águila. El ruiseñor adoraba cantar, era precioso, pero por muchos caprichos que él pidiera no podía satisfacer su ansia por escapar de su jaula. El cuervo era solitario, tenebroso y con muchos sentimientos tan profundos como enredados. El águila era segura y majestuosa, aunque cada vez volaba más y más alto con la esperanza de escapar de todo. No tenían nada que ver, tan solo les unía la curiosidad y la envidia (y un poco de amor).

El ruiseñor envidiaba al águila por su libertad, el águila envidiaba al cuervo por su capacidad de mantenerse frio y distante, él cuervo envidiaba al ruiseñor por su bello canto.

Un día el cuervo ayudó a escapar al ruiseñor de su jaula. El cuervo pensó que iban a escapar los dos juntos, pero en cambio el ruiseñor voló y voló intentando alcanzar al águila que amaba. El águila era egoísta y solo pensaba en sus propias metas, por aquella razón no se dio cuenta de lo que sucedía a su alrededor.

El ruiseñor seguía volando y el cuervo lo perseguía por miedo a que le ocurriera algo, entonces el ruiseñor poco a poco se debilitó. Se había dejado engañar, la libertad no existía y para darse cuenta tenía que pagar con la vida. El cuervo lleno de dolor alcanzó al águila y logró sacarle los ojos, para que así pudiera ver que por mucho que te alejes de la realidad todo sigue ahí.

Al final el ruiseñor murió por ingenuo, el águila por egoísta y el cuervo por amor.”

En el amor nada sale bien. Aunque puedes elegir quien quieres ser en esta historia.

Yo elegí ser búho.

Un búho solitario de corazón de piedra. Un búho donde en una historia de amor es un personaje secundario que ignoras. Aunque si el búho no te contara esto ¿quién lo haría? Nadie tiene los suficientes cojones para contar una verdadera historia de amor.

Solo recordar que si te enamoras, o se enamoran de ti, estáis firmando vuestra sentencia de muerte.