Personitas leyendo mí cabeza

jueves, 20 de octubre de 2016

Presta atención.

Esta es la historia de Viernes,
de un sábado por la noche,
de los derroches a media luz
buscando con los ojos cerrados
lo que dejó de sentir al último roce.

La luna hace tiempo que dejó de verla
para finalmente mirarla,
apreciar su belleza,
mirar detenidamente esos detalles 
que se ocultan tras las ojeras.
Es una sustancia tóxica que,
si tomas una sobredosis,
morirás como aquel cocainómano 
que se niega a ver la luz al final.

Hace añicos el corazón que lleva entre las manos
y compone los que se encuentra en el camino.
Es sabia, porque la vida se lo ha enseñado a golpes
y sonríe porque en el fondo, alguna parte,
llora en algún rincón del mundo,
en el que le prometieron un para siempre 
que ya estaba roto desde la promesa
de alzar la mirada al infinito. 

La dejaron suspirando
a ratos,
a pedazos,
a melancolía,
a momentos,
a personas.

La quisieron de tal modo,
que cuando quisieron odiarla no pudieron
y terminaron haciéndose más daño del que se habían hecho
por intentar olvidarla. 

Tiene por seguro que al día de mañana no la olvidarán
ni que olvidará lo que lleva tatuado. 
Y no precisamente hablo de piel,
sino de una infinidad de lugares donde se puede marcar.

Viernes, una chica que mira más allá del desastre,
que te hace perder la cordura
y que es la cura de esas noches donde la tristeza 
baila fatal.
Ojo, si prestas atención,
si la miras detenidamente,
notarás que no sonríe,
sino que es una chica triste intentado ser feliz.
Benjamín Griss

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