Personitas leyendo mí cabeza

domingo, 5 de agosto de 2018

Cía.

No sé qué te han hecho en un pasado.
No sé si te han prometido el universo, la Luna o el maldito planeta Tierra.
No sé si te han soltado cuando alzabas el vuelo o si directamente te han cortado las alas.
No sé si te han abierto en canal para sacarte cada trocito, pedazo a pedazo.
No sé tampoco si te han hecho enamorarte para después dolerte o si te han jurado amor eterno.
No sé si te han tocado heridas que creías tener cerradas o si las cicatrices todavía duelen si las tocas.
No sé si hay algo en ti que todavía quema, o si tus cenizas pueden hacer resurgir al Ave Fénix de la desconfianza en los demás.
No sé si te has cortado pasando páginas o si el libro se te ha caído de pleno en el pecho inundándote las costillas.
No sé si soy la mujer de tu vida, de tu mes o de tu semana.
No, no lo sé.
Lo que sí sé es que no quiero romperte. Más de lo que ya lo han hecho. Ni nada.
Quiero ser cada punto de sutura que necesites o creas necesitar.
Quiero ser tu jaula. Pero de esas a las que vuelves cuando estás cansado y sólo quieres descansar.
Abierta siempre. Y que nunca cierre.
Quiero ser llama y pirotecnia y que tú disfrutes en cada fuego artificial.
Quiero que veas en mí un salvavidas, pero sabiendo que tú sabes nadar.
Quiero ser la madera que tocas porque te da buena suerte y ese amor de verano que aparece al azar 
pero se queda para siempre.
Quiero ser cura y destello, búsqueda y mapa, quiero que hagas que me quede y que me encuentres cuando tú te pierdas.
Quiero ser esas ganas de levantarse por las mañanas con la sonrisa puesta y tus buenas noches cada día entre las sábanas.
Quiero una, dos y tres oportunidades contigo porque no me cansaría de dártelas.
Quiero ser el motivo por el que te duermes y por el que sueñas.
Que se nos queden cortos los viajes lúcidos porque nos hemos hecho dueños de nuestro subconsciente.
Quiero confianza, amor a ciegas, un “cógeme, que me tiro”, yo de espaldas y tú a la espera de que me deje caer hacia atrás.
Y me cojas. Y yo sonría. Y, joder, qué paz.
No quiero ser una persona más en una estación de tren. Quiero ser destino y que nos perdamos en cada vagón.
No me gustan las modas porque pasan, y yo quiero ser eterna.
Al menos, contigo.
Que la inmortalidad suena mejor si lleva tu nombre.
Sobre todo, si de tu boca sale el mío.

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