Fue culpa tuya. De
tu sonrisa, de tu dulzura, de tus palabras. Hiciste que me imaginara una vida
contigo. Hiciste que sonriera cada vez que mi cabeza se imaginara un nuevo
suceso, en nuestra historia. Hiciste que a mi piel le recorriera un escalofrío
cada vez que me sonreías. Hiciste que de mis labios saliera un “Yo también”
después de el susurro de un “Te amo”. Hiciste que me enamorara de ti, al ser lo que siempre anhelé.

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