Yo no elegí quererte, ni que fueras la razón de mi existencia. Tampoco elegí tu risa, no que me mires así, con esos ojos que me lo dan todo. No he elegido temblar y sonrojarme cada vez que me hablan de ti, ni que cada suspiro que doy sea por y para ti. No he elegido tampoco, las sonrisas, ni desear besarte a cada segundo. No he elegido necesitar tus abrazos, ni echar de menos tus tonterías. No he elegido sentirme plena porque existes, tampoco elegí el día, ni el mes en el que apareciste. No elegí siquiera pensar en ti a cada instante... No lo elegí, y no sé cómo cambiarlo...
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