“Cuando te conocí
llevabas un nombre y una edad,
tus pómulos gastados
y ciertas arrugas en tu frente
delataban tus años
a la espera del amor…
Cuando te ame
me di cuenta que no te conocía,
que tus muslos tenían otra
historia
y tu cintura un nombre propio
y tu dulzura una edad
infinita…
Cuando te despedí,
ya blanca de la ausencia
terrenal
No había ni nombre ni edad,
solo quedaban esos gruesos
labios
y las manos suaves del
despertar…
Porque contigo fui uno
y miles a la vez,
porque tu fuiste mía
en un mundo infiel,
y yo fui tuyo
de la cabeza a los pies…”
~Enamorado perpetuo
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