Te levantas un día sonriendo, feliz porque
todo sigue igual, porque todo va genial… y de pronto, y sin venir a cuento te
explota la verdad en la cara, como un globo acariciado por un alfiler, y te das
cuenta que nada es lo que es, que lo bonito se fue, y no te queda nada, nada a
lo que agarrarte, porque todo era mentira, y ya no hay nada a lo que aferrarse.
Ya no hay nada. Nada… Y entonces tienes miedo, y frio, y sabes que como siempre
vuelves a estar sola, y lloras. Y mientes.
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