Personitas leyendo mí cabeza

jueves, 16 de agosto de 2012

Otro fragmento de mi cuento :)

Miércoles, las cortinas dejaban traspasar los rayos de sol hacia la cama, giré la cara hacia la ventana, ahora, adoraba sentir la calidez del sol, acariciando cada uno de los poros de mi blanca piel, ¿cómo es posible que a mi me gustara tanto la oscuridad? Me acomodé, aun en la cama, de manera que quedara sentada, con la espalda sobre la cabecera de esta. Recapacité todo lo sucedido ayer. El vestido, los zapatos, la cita… Paolo. Increíble, es un nombre conocido, visto, se podría decir que incluso vulgar. No es un nombre sorprendente. No es un nombre con un gran significado. No es un nombre con ningún tipo de historia emocionante. Pues ahora, ese nombre, lo era todo para mí. Lo escuchaba por la calle y giraba la cara, me sorprendía. Ahora tenía un significado. Pronto tendría una historia, pronto sería viernes… Es increíble como millones de personas pasan por tu vida, millones de caras, millones de nombres, millones de historias de amor. Pero solo hay una, de la cual jamás te podrás olvidar, solo hay un nombre, solo hay una cara, solo hay una persona, que haga que tu vida cambie. Jamás conocí a una persona así, yo era fría, tuve muchas relaciones, pero nunca llegué a sentir amor, quizás pasión, quizás capricho, quizás placer, pero del amor, jamás se supo nada, no sé lo que es estar enamorada. Y ahora, empezaba a pensar que esa persona era Paolo, y eso me asustaba, demasiado. Entonces recapacité, ¿Cuánto rato llevaba hablando conmigo misma? Me levanté de la cama, me dirigí a la cocina, antes, como mucho me tomaba un café en el día, pero en ese momento… Me apetecía comer. Me prepare un tazón de leche caliente, unas pastas para mojar, y empecé a comer. ¡Woauh! Vosotros lo veréis simple, un simple desayuno, yo no. Acercar mi cara al tazón de leche humeante, sentir como el vapor roza mis labios, inspirar y sentir el aroma de la leche caliente, pegar los labios a la taza y sorber, despacio, que la leche baile en el paladar de tu lengua, tragar y sentir la calidez bajando por tu garganta… Dejar la taza en la mesa, mientras aun tienes ese aroma metido en tu cuerpo, coger unas pastas, morderlas, alzar la vista y ver el sol, adornando las calles, las casas, el empedrado de la acera, las flores absorbiendo toda su calidez para así abrirse y crear un paisaje, en el cual, quizás se fija poca gente, pero yo, ahora, mientras el aroma de leche caliente danza por toda mi casa, cuando mastico lentamente estas ricas pastas, repito, ¡Woauh!, hay que saber disfrutar, de los pequeños detalles de la vida.  

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