Sentados uno enfrente del otro,
mirándose fijamente ella confeso su amor de la manera más sincera; con una
lágrima. Le demostró a él lo mucho que significaba para ella, lo mucho que lo
amaba y como temía que algún día se alejara. Él de la manera más dulce seco
esas lágrimas de sus mejillas mientras que por la suya se deslizaba una, él le
dijo que no había persona más importante en su vida que ella, que él daría lo
que fuera por hacerla feliz, que él la amaba y que al igual que ella sentía
temor de que se alejara por alguien mejor. Ese día, ambos secándole la lágrima
que acariciaba la mejilla del otro se prometieron amor eterno, se prometieron
estar uno con el otro, salir juntos de las adversidades.
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