Ella se encontraba en aquel banco. De aquella plaza. Con esa sonrisa rota, con esa mirada perdida, con esa alma hecha pedazos, con ese rostro son expresión alguna, con ese corazón hundido… U es que su cabeza no paraba de recordar sus palabras, los momentos juntos, las sonrisas compartidas… Y también, aquel día, en ese banco, en esa plaza, cuando todo acabó… Cuando se despidió con un para siempre, cuando se fue lejos, cuando miles de kilómetros vencieron, cuando supo que no le volvería a ver. Ella lloraba, entonces como ahora, ahora como siempre, lloraba siempre como nunca, desde que él no estaba. Y ahora, ¿Qué le quedaba? Solo lágrimas, dolor, sufrimiento… Un vacío que él llenó… ¿Cómo es posible que no haya suficiente espacio para tanto vacío? Y ella seguía en aquel banco, en aquella plaza, donde la distancia ganó, donde, en ese momento, decidió acabar su historia, para siempre.
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