Un día me preguntaron que si se me concediera un
deseo, que cuál sería, al decírselo, me miraron con desprecio, y me dijeron que
era muy tonta, al desperdiciar mi único deseo en algo que me había hecho sufrir
tanto, entonces, yo respondí que ese sería mi deseo, dijeran lo que dijeran, ya
que, no había nada que me hiciera más feliz, no había nada que me pusiera una
sonrisa en la cara de oreja a oreja, no hay nada que haga que me entre un cosquilleo en el cuerpo, no hay nada que me
haga levantarme cada día excepto eso... Ellos me siguieron mirando, ahora con
expresión que gritaba pena hacia mí, yo, solo sonreía, mientras una
lágrima recorría mis mejillas...
¿Mi deseo? Que fueras feliz.
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