Personitas leyendo mí cabeza

viernes, 18 de mayo de 2012

Fragmento de un cuento que estoy haciendo ^^


Soy dueña de la noche, criatura de las profundidades. Alimentándome de las sombras, disfrutando de la luna, observando tus sueños, formando parte de tus pesadillas. Sombras por toda la habitación, me temen, tienen miedo, nunca duermo, no descanso, no me hace falta. Para mí no existe sensación más dulce que el dolor, el sufrimiento, voy en busca de almas perdidas, de corazones rotos, de lágrimas en tú almohada… Me alimento de ellas, poco a poco, te quito el dolor, y me lo trago yo, cada trago es más dulce, así que cada vez mi alma está más negra, más dolida, ¿Qué por qué lo hago si es así? Para saber la respuesta… Antes tienes que conocer mi historia.

Se dice que las almas en pena, almas rotas y perdidas en esta oscuridad conocida como la realidad, esperan a que alguien llegue, alguien que con su sonrisa ilumine el sendero, alguien que su presencia haga cicatrizar heridas, simplemente, buscan a ese alguien… No me considero diferente, pero yo no quería saber nada de ese ser, será que no tenía el alma rota, simplemente era, que no tenía alma.

Me encontraba una noche perdida entre las sombras de los bosques de asfalto, buscando pesadillas en las que adentrarme, alimentándome de los corazones rotos, que, en estos tiempos, abundan, quizás demasiado. Las calles estaban llenas de esos seres transparentes, sí, conocidos como las personas, ¿Qué por qué los llamo así? Porque así son, no son más que cuerpos dirigidos, personas sin corazón, personas que simplemente, no son personas… Aunque debo admitir que muchos aun se salvan, adultos pocos, pero niños muchos, lo bueno de la inocencia, aunque, ahora cada vez se pierde antes, estos tiempos… Pero de repente, algo cambió, de repente desaparecieron las sombras, todo se volvió luz y, a diferencia de otras veces, esta vez, me gustaba la calidez que emitía. Entonces le vi, alto, pelo castaño, delgado, ojos cafés… Miradas entrelazadas, y entonces… Ocurrió. Una sonrisa. ¿Qué era eso que sentía en mi pecho? ¿Era mi corazón? Hacía mucho que no lo sentía. Agaché la cabeza, y seguí mi camino en busca de sombras, pero fue en vano. Ya no tenía apetito, ya no me divertían tus pesadillas… Porque con su sonrisa, había bastado. Durante mucho tiempo, estuve pensando en él, en esos ojos, en esa sonrisa. Mi alma ya no estaba negra, ya no necesitaba de tus miedos, de tus sombras para subsistir. Pero pasado el tiempo, mi hambre de dolor empezaba a renacer, así que, una noche, como solía hacer antes, me dirigí a una casa, mi favorita, siempre había oscuridad, lágrimas, corazones rotos, golpes ciegos… Pretendía darme un festín, pero de nuevo, de la nada, volvió a aparecer. Ojos, mirada, sonrisa… No, esta vez no. No iba a dejar que se fuera de nuevo.

-¿Nos hemos visto antes?- Pregunté.
-Sí- Me guiñó un ojo.

                Necesité un momento para responder, no me esperaba una respuesta tan sincera, pero, sin querer, esta vez sonreí yo:

-Tenemos a un chico sincero por aquí… ¿Y cuándo nos hemos visto?
-Bonita sonrisa… Sabes perfectamente cuándo, dónde y cómo… Lo único que no sabes es el por qué.
-¿Hay un por qué? ¿Me lo dirás?
-No, ya lo descubrirás, será pronto, muy pronto preciosa…- Dijo mientras se desvanecía en la lejanía.
                                                  
                De nuevo regresé a casa, con el estómago vacío de oscuridad. Pero con el corazón saciado. ¿Cómo olvidarle ahora? ¿Cómo olvidar la melodía que producía su voz al chocar con mis oídos? Pero… ¿Y si se olvida de mí? ¿Y si no me recordará más? ¿Y si…? No me puedo creer que me pase esto, no me resulta conocida esta sensación… Es difícil de explicar, es como si tu mente no dejara de pensar en él, como si tus oídos aun escucharan su voz, como si tus ojos aun reflejaran los suyos, como si tu corazón… Hubiera revivido. ¿Cómo llamar a esa sensación?... ¡Qué más da! Esto no tenía sentido, no le conocía, no sabía nada, simplemente, era un desconocido, que me había revivido con una sonrisa. Decidí ir a dormir, sé que dije que no me hacía falta, pero esta vez era distinto, sentía cansancio, sentía frío, me sentía humana… Ahí descubrí, que algo había cambiado, no solo dormía, también soñaba, y sí, le soñé. A la mañana siguiente, me miré en el espejo… Algo había cambiado, yo estaba cambiando… Mi piel, ya no era tan clara, mis ojos, no estaban tan vacíos… Y si… Decidí acercarme a la ventana a la que le llegaba directamente el sol, si estaba en lo cierto, su calidez ya no me molestaría. Un paso tras otro, corrí la ventana y… Una sonrisa, la luz del sol penetraba en mi piel, su calidez se adentraba en mi corazón… ¿Por qué todo había cambiado? ¿Sería por culpa de ese chico? Esto había llegado demasiado lejos, tenía que buscarle, tenía que encontrarle. Ahora, que la luz no me molestaba, salí a buscarle en una preciosa mañana. ¿Por dónde buscar? Solo se me ocurrió mirar en la calle, donde me lo había encontrado las dos veces anteriores

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