Tal vez no quieras
recordarlo, pero siempre me quedó la duda acerca de cómo pudiste, después de
tanto tiempo, decidirte un día a estar enamorado de ella antes de que te dieras
cuenta de que las cosas realmente nunca fueron como parecían.
¿Alguna vez te besó sin que
tuvieras que mencionarme?
O mejor, dime, ¿alguna vez
la besaste y pensaste en mí, o de verdad creíste todas sus mentiras?
Los celos terminaron en mí
hace mucho tiempo por costumbre de verte continuamente con ella y escucharte
reír con ella, caminando al lado de ella, tomándole la mano a ella y
queriéndola a ella. No a mí.
Ahora no son celos, ahora
son dudas.
Me siento como la esposa
engañada que toma la infidelidad de su marido a modo de sátira y la curiosidad
le hace caer en el morbo y lo acosa a él con preguntas incómodas acerca de cómo
le hacía el amor a su amante.
Dime, ¿cómo es que un día
caíste en su trampa? No lo habías hecho a pesar de tantos intentos y de repente
todo volvió a estar en sus manos, justo cuando las nuestras estaban unidas.
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