Esa tarde en mi
casa, escuchando una canción romántica… (Sí, soy una de esas tontas que cuando
están tristes, ponen canciones que las ponen peor y lo digo con orgullo). Me
sonó el móvil… Era un mensaje el cual decía:
“Tú eres mi
estrella, gracias a ti he podido saber lo que es vivir en un cuento de hadas,
he sabido lo que es la verdadera felicidad, no puedo parar de quererte de un
día para otro, no puedo imaginarme lo que sería la vida sin tu amor, sin tus
mensajes mañaneros, si tu mirada de niña buena, sin tus “te quiero” día tras
día que al yo preguntarte que por qué me lo decías todos los días tu respondías
con un: es que no quiero que se te olvide lo mucho que te quiero, no importa lo
que digan, no importa lo que piensen, porque yo te amo. Si tú has llegado a
existir en mi vida es por una simple razón, porque existes para vivir en mi
corazón, ya sé que la historia que te conté no era creíble, es que se me
ocurrió de pronto… La verdadera historia de lo que pasó es mucho más simple.
Jessica, lleva enamorada de mí desde el día en que nos conocimos, cuando
cumplíamos un mes tú y yo, ella fue a donde los jazmines, ya sabes que es mi
lugar predilecto y me lo confesó todo, iba acompañada de una amiga, una vez de
confesármelo todo dije que a la única que quería era a ti. Ella se enfadó
muchísimo, me dijo que si no besaba a su amiga te diría que te puse los
cuernos, y no los que piensas, peores. Así que accedí, no quería perderte, debe
de ser que te vio porque cuando la chica se acercó a mí a besarme, ella se
escondió detrás de un árbol… No sé si me creerás pero ya sabes la verdad, pero
ya es demasiado tarde, sin tu amor, no necesito una vida… Y que sepas que yo no
tengo tu corazón… Que tú tienes el mío”
Al leer las
palabras “sin tu amor no necesito una vida” salí corriendo hacia su casa,
llegue en un tiempo récord… Pero allí no estaba. Así que me dirigí corriendo
hacia donde se encontraban los jazmines y me lo encontré, tendido en el suelo,
con un profundo corte en las muñecas (me quería de verdad), rompí mi camisa, ya
todo me daba igual, lo único que me importaba era el, le enrollé la blusa en la
muñeca lo más fuerte que pude y no sé cómo, quizás porque aún no estaba
totalmente inconsciente lo llevé hasta el hospital (¡Gracias a dios que no
estaba muy lejos!) No hicimos más que llegar y los médicos se lo llevaron y a
mi me dieron unos calmantes, estaba exhausta y muy nerviosa.
Al día siguiente, muy temprano,
amanecí en el hospital, al lado de él (mis padres me iban a matar pero me daba
igual). Me levanté con mucho cuidado para no despertarle, pero por lo que
parece tiene un sueño muy ligero y se despertó y me miró.
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