Me estuvo abrazando todo el rato en medio de la oscuridad. Además, el suyo no era un abrazo normal. Era tan estrecho, tan fuerte, que parecía que nos fuésemos a fundir en un solo cuerpo. No aflojo la presión en ningún momento. Como si pensara que, en cuanto nos separáramos, ya no podríamos volver a reencontrarnos.
Haruki Murakami
No hay comentarios:
Publicar un comentario