Aquí me encuentro nuevamente
junto al insomnio en unísono,
inventando toda clase de historias entre cobijas,
creando conceptos,
forjando sueños inalcanzables e imaginando
todo aquello que me gustaría llegar a hacer.
Al mismo tiempo en que mi mente desvaría
con pensamientos vacíos, evitando a toda costa
que la oscuridad me haga prisionera de mis miedos.
Miedos que inexplicablemente desaparecen
en medio de valientes suspiros,
que mueren a cambio de aliviar un poco
la nostalgia que conlleva recordarle
y la que por naturaleza acarrea
la silenciosa madrugada.
Sucede entonces que…
…Cuando este lado del mundo despierta,
mi mente aún sigue tan oscura como la noche,
en dónde cada estrella es un recuerdo
y la luna se ha ido tras de él.
— Rosel.
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