Personitas leyendo mí cabeza

viernes, 27 de septiembre de 2019

Cía.

No hemos vuelto a hablar desde entonces.
No sé cómo estará, cuánto habrá pensado en mí,
o si me ha echado de menos.

Yo sí que lo hago. A menudo, de hecho.
Yo sí que le echo de menos, sí que pienso en nosotros y en lo que fuimos,
y maldigo cada punto de cobardía que tuvo
al no querer arriesgar.

Me repito que no hice nada mal, que le quise con todas mis ganas y que a veces las cosas no son como uno quiere, 
pero eso no evita que haya días, como hoy, en los que quiera saber qué tal le ha ido el día.

Le prometí que estaría siempre y que podría contar conmigo cuando le hiciera falta,
y aunque a día de hoy no nos hablemos,
no pienso romper esa promesa.

Nunca.

Que puede hablarme y decirme que ha tenido una mala semana,
o incluso un mal mes,
que prometo que aquí estaré escuchándole y dejándole mi hombro por si necesita llorar.

Le odié, claro que le odié, no quise entender por qué siendo la persona, no creyó en nuestro momento,
le odié tantas veces que me di cuenta de cuánto le quería por todas las veces que me hizo daño y fui yo la que le acababa pidiendo perdón.

Me di cuenta de que por mucho que negase quererle,
eso no iba a hacerle menos daño a mi corazón,
y desde entonces, y solo desde entonces,
aunque no hablemos, sé que le sigo queriendo
y que nada cambiará eso,
pase el tiempo que pase
y cicatricen las heridas que en su día se abrieron.

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