Personitas leyendo mí cabeza

lunes, 12 de octubre de 2020

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     JF Torres escribió “Decía que de pequeña tenía una muñeca que siempre intentaba regalarle a las personas que más quería, pero que nadie aceptaba porque estaba rota. Yo creo que no era de pequeña. Y que tampoco era una muñeca” 

Me gustaría ser una muñeca, incluso a veces me siento como tal: Cuando juegan hasta que se aburren, o hasta que encuentran un juego mejor, o alguien mejor con lo que jugar. Cuando siento que mis costuras de deshilachan y voy dejando mi propio relleno por donde voy. Cuando me siento tela de un trapo viejo, o cuando me dejan atrás por crecer. Cuando pierdo piezas, o cuando me pierdo y se olvidan de buscarme. Cuando me dejan en el fondo de un baúl y se acuerdan de mí al hacer limpieza, y me encuentran, ahí, en el fondo, con una fina capa de polvo que me recuerda que todo pesa más cuando te olvidan. Me siento muñeca, trapo viejo y costura rota. 

Pero me siento persona, me siento persona cuando los rotos duelen, escuecen, se clavan. Cuando de ellos no sale relleno de algodón ni se arreglan con un poco de hilo y una aguja. Cuando te toca salir del baúl en el que te olvidaron y enfrentarte al mundo con una capa de polvo que pesa con la fuerza de todos los abrazos que no te dieron. Que no te dio. Me siento persona, herida y rota. Me siento muñeca y no. 

Por eso, trátalas bien cada vez que veas un hilo suelto, una capa de polvo, o una costura remendada. Ayuda a coser los rotos en lugar de agrandarlos. Si han perdido relleno por el camino busca con ellas más algodón. Si el vacío le pesa quiérela. Y no, no estoy hablando de una muñeca. 


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