¿Soy la única que echa de menos la niñez? Pues claro
que no, quién no se acuerda de cuando te pasabas las tardes jugando, sin
preocupaciones, de la inocencia, esa tan tierna, que cada vez se pierde antes,
de cuando, tu mayor problema era que te la quedaras tú en el “pilla-pilla”. Cuando, si te equivocabas, no
importaba, con un: “volvamos a empezar” o un “lo siento”, lo arreglaba todo en
instantes. Ahora todo a cambiado, ahora cada vez maduramos antes, aunque no
seamos adultos en edad, porque es cierto eso que dicen, se madura con los daños
y no con los años. Y en este mundo, el que nunca ha sufrido, el que no ha
conocido las lágrimas, el dolor, de forma cercana… Bueno, sinceramente, no
conozco a nadie así. ¿Qué tú sí? No estés segur@ totalmente, las apariencias
engañan, e igual que sé, que tu has fingido muchas sonrisas para que no se
preocuparan, que has dicho “no me importa” simplemente para no explicar el por
qué te importa tanto, que has llorado a solas y al segundo, si se acercaba
alguien, se podría decir que eres la persona más feliz del mundo… ¿Y sabéis que
es lo mejor? (irónicamente). Que cuando éramos niños, soñábamos con ser mayores
y nunca nos dimos cuenta de lo valiosa que es la niñez.

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