Hubiera puesto a tu nombre todos los suspiros de mi alma, hubiera
dibujado el cielo de Nueva York en tu espalda, te hubiera robado mil besos con
sabor a chicle, y que mis dedos siguieran el recorrido de las venas de tus
brazos que mueren en tus manos, tus manos que buscaran el final de mi espalda
despacio, pero con ansia… Hubiera hecho todo eso, pero nunca me has dejado,
puta distancia.
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