—Esa mujer
es perfecta —decía.
—¿Verdad que
sí? ¡Mira cómo camina! Sabe perfectamente mantener el paso de un hombre en
tacones de más de 12 centímetros. Además, ¿viste qué buen gusto tiene? Claro,
seguro que no le es difícil escoger el atuendo perfecto, ¿has visto qué cintura
tiene? ¡Joder! Seguro que no ha de comer nada. Bueno ni hambre ha de sentir con
todo lo que hace… ¿No le envidias un poco el hecho de que todos la amemos?
Aunque, claro, bien que lo tiene merecido, ¡es divina! Lo que más le admiro, sin
embargo, es la intuición que tiene con los hombres. Digo, ¿cuántos no se le han
acercado para tomar ventaja de tener a una mujer así a su lado? Pero ella no da
pie a ninguno, los conoce demasiado bien.
—¡Esa mujer
es perfecta! ¡Perfecta! —repetía en un tono de énfasis.
Ninguno de
ellos veía a través de los ojos de esa mujer: tan firmes y tan triste a la vez,
tan sinceros. Pues si realmente ella era perfecta, no siempre había sido así.
Si tan sólo
ellos descubrieran sus verdaderos sentimientos, ¿qué dirían al notar que su
mujer perfecta está enamorada desde mucho tiempo de un hombre del que ella
misma sabe que no la merece?
¿Qué
pensarían si oyeran su llanto después de darse cuenta de que no todo está bien
y de que las cosas por las que pretende no sentirse perturbada son aquellas que
la sacan verdaderamente de quicio?
¿Qué
admiración sentiría al entrar en su mente y escuchar cómo él le repite las
mismas palabras al oído una y otra vez? Que no la quiere. Que no le pida algo
que no puede ser. Que cambie. Que todo lo que ella creía y pensaba está mal.
Que lo que ella siente por él no es de real. Que lo único importante en esta
vida es ser perfecto.
La
perfección. Eso era lo que él buscaba y lo que ella nunca pudo darle. Así que
cambió, tal como él le pedía que cambiara y descubrió que la perfección se
proyecta al no dejar a la vista tus puntos flacos.
Como él,
precisamente. Él fue, era y seguía siendo su único punto flaco.
~El día que no te conocí (Tumblr).
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