Personitas leyendo mí cabeza

miércoles, 11 de julio de 2012

Mied... Que diga, celos.


¿Cómo no estar celosa? Lo pregunto en serio, no puedo evitarlo. No sé si es por lo lejos que estás o porque está en mis genes ser celosa. Pero, compréndanlo. Él está por ahí, con sus amigos, amigas… Nosotros también empezamos siendo amigos, puede pasar que de pronto, pase a ser el todo de una chica, que no soy yo. Pero no solo sus amigas, una chica, caminando, en mitad de la calle, un instante, en un segundo, podría ver su sonrisa por primera vez, y os lo aseguro, esa sonrisa enamora. ¿Cuántos ojos pueden estarse percatando en este mismo momento la belleza de los suyos? Por no hablar de su voz, de sus palabras, de todos sus encantos. Encantos, eso es, ¿Cuántas chicas tienen millones de encantos, cuerpos perfectos, sonrisas espectaculares…?  Y yo, no sé que tengo, solo sé que lo quiero más que a nada, y que el simple hecho de perderle me aterroriza, me da pavor, por eso, pensar que estamos tan lejos, y él allí tiene todo lo que podría desear, me pone la piel de gallina. Por eso sé, que los celos no son más que miedos disfrazados, miedo de que me sustituyan, de que me olviden, de que se enamore, de que un día ya no esté. No estén su sonrisa, sus ojos, su voz, sus palabras, sus encantos, y los defectos que me enamoran. Y no podría hacer nada, porque como no, la distancia es el problema, y siempre lo será… Por eso, me paso los días pensando en él, y con la esperanza, de que él, en algún instante piense algo como: “¿Y si me olvida, que hago sin ella?”


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