Mied... Que diga, celos.
¿Cómo no estar celosa? Lo pregunto en
serio, no puedo evitarlo. No sé si es por lo lejos que estás o porque está en mis
genes ser celosa. Pero, compréndanlo. Él está por ahí, con sus amigos, amigas…
Nosotros también empezamos siendo amigos, puede pasar que de pronto, pase a ser
el todo de una chica, que no soy yo. Pero no solo sus amigas, una chica,
caminando, en mitad de la calle, un instante, en un segundo, podría ver su
sonrisa por primera vez, y os lo aseguro, esa sonrisa enamora. ¿Cuántos ojos
pueden estarse percatando en este mismo momento la belleza de los suyos? Por no
hablar de su voz, de sus palabras, de todos sus encantos. Encantos, eso es,
¿Cuántas chicas tienen millones de encantos, cuerpos perfectos, sonrisas
espectaculares…? Y yo, no sé que tengo,
solo sé que lo quiero más que a nada, y que el simple hecho de perderle me
aterroriza, me da pavor, por eso, pensar que estamos tan lejos, y él allí tiene
todo lo que podría desear, me pone la piel de gallina. Por eso sé, que los
celos no son más que miedos disfrazados, miedo de que me sustituyan, de que me
olviden, de que se enamore, de que un día ya no esté. No estén su sonrisa, sus
ojos, su voz, sus palabras, sus encantos, y los defectos que me enamoran. Y no
podría hacer nada, porque como no, la distancia es el problema, y siempre lo
será… Por eso, me paso los días pensando en él, y con la esperanza, de que él,
en algún instante piense algo como: “¿Y si me olvida, que hago sin ella?”
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