Iré a por ti
Ahora que 2020 se despereza y da sus primeros bostezos, ahora que todavía conservas el brillo en los ojos con esperanza de que esta vez sí que se te cumplan los propósitos, ahora que tienes la piel inmaculada porque el nuevo año aún no te ha dado ningún revés y sueñas con que este sea el año de tu vida, déjame decirte que iré a por ti.
Ahora que hace frío, que intentas no pensar en lo que te viene, que cuando te despiertas siendo aún de noche te encuentras los cristales de los coches llenos de escarcha y te tienes que descongelar el alma antes de salir de casa, ahora que no te caben en la cabeza todos esos exámenes que se aproximan, las obligaciones de cada día, y que ni siquiera esos dos jerseys y el plumón te calientan, déjame decirte que iré a por ti.
Y en ese momento no hará frío, ni habrá escarcha, y tal vez el brillo de tus ojos se te haya vuelto a apagar al comprobar que este año tampoco te dio lo que soñabas, y tendrás la piel llena de heridas de los golpes que te provocó el paso de los meses, pero sonreirás; con tus gafas de sol para evitar que se te escape el escaso brillo que te quede ya en ese momento, con una camiseta de tirantes blanca dejando ver tu sujetador negro, con tus shorts vaqueros y tu piel que, a pesar de herida, seguirá siendo preciosa.
En ese momento sólo habrá un destartalado coche al que le tendremos que rezar que no nos deje tirados, una carretera sin ningún destino fijo, unos cuantos billetes en un par de mochilas con algo de ropa y el interrogante divertido y emocionado cuando nos preguntemos cómo diablos lo vamos a hacer.
Y entenderás que hay promesas que, aun congeladas, son eternas.
En ese momento no habrá ninguna obligación, ni te ocuparán la cabeza todos esos exámenes que ahora mismo crees que son lo más importante de tu vida y que qué pasará si no estás a la altura, y tal vez comprendas que es el mundo el que tiene que intentar ponerse a la tuya, y no al revés.
Que lo que eres no se consigue con carreras ni másters, que eso que tienes dentro no entiende de trabajos estables ni de vestidos de ejecutiva, que la vida te puso aquí para que le dieras rienda suelta a tus letras, a tu pincel, a tu objetivo, a tu voz.
Que la vida no quiere que saques un diez, quiere que tú te sientas el diez.
Y tal vez entiendas que no existen siglos que sean capaces de apagarte el brillo de esos ojos a los que nunca les veo el fondo, que tu piel no esconde cicatrices, sino que tiene dibujado un mapa que nadie entendió y que yo me decidí a descifrar, que nunca fueron necesarios los jerseys ni los plumones porque sólo tu libertad era lo que podía descongelarte el alma.
Y yo te miraré desde el asiento del conductor cuando el aire de frente te despeine y sonrías cerrando los ojos, cuando distraída te recojas el pelo con ambas manos mientras sostienes entre tus dientes una gomilla y no pueda sino pensar que sólo alguien como tú y como yo podíamos descongelar esa promesa que siempre estuvo ahí: en el sol, en ese destartalado coche, en atrevernos a intentarlo juntos.
Ahora que 2020 se despereza y da sus primeros bostezos, ahora que hace frío, y que ni siquiera esos dos jerseys y el plumón te calientan, sólo quiero decirte que no tengas ninguna duda.
No creas al mundo, créeme a mí.
Créete a ti.
Entenderás que hay promesas que, aun congeladas, son eternas.
Y yo iré a por ti.
- JF Torres
No hay comentarios:
Publicar un comentario