·Yhaiza se encontraba sola, él,
su verdadero amor, se había ido, todo había acabado. ¿Cómo explicar lo que
sentía con simples palabras? ¿Tristeza? No… mucho más, quizás hasta llamarlo
dolor se quede corto… Es como pasar de estación: que ya haya sol y calor, no quiere
decir que no queden flores marchitas de un otoño pasado.
· “¿Qué
puedo hacer?” Se preguntaba Yhaiza una y otra vez para calmar lo que sentía…
Decidió ir a su lugar favorito, un bosquito, lleno de flores silvestres y
hierba por doquier. Pero no sirvió para calmar su dolor, en cada sombra bajo un
árbol le venía su imagen. Con cada pétalo de una flor, se acordaba de los ramos
que le regalaba. Con cada brisa fresca primaveral, un recuerdo en su memoria.
“Debo olvidarlo todo” Se repetía Yhaiza a sí misma. “Se fue y me dejó, no le
importaba lo suficiente como para quedarse” Retumbaba en su cabeza una y otra
vez. Decidió acostarte en la mullida hierba y mirar a las nubes, como solía
hacer para olvidarse del mundo, mientras el mundo la llamaba. Al cabo de un rato
se sentía mejor, más calmada, no estaba perfectamente, pero al menos ya no
sentía que se iba a ahogar en un mar de sentimientos… De pronto, se sobresaltó
al oír como unas ramas se partían al pisarlas, era un lugar muy escondido, así
que la gente no solía ir por allí, miró a su alrededor, pero no vio nada ni
nadie, así que pensó que serían imaginaciones suyas o alguna ardilla buscando
comida. De pronto, desde detrás de ella una leve voz sonó:
-Hola… Sabía que te iba a
encontrar aquí…
·Yhaiza
se había quedado sin respiración, era él… era David, pero… ¿No se había ido?...
Intentó pronunciar palabra, pero no pudo y él lo notó, así que continúo:
-Quiero que me escuches…
- No… no quiero- Pudo decir Yhaiza.
-Solo será un momento por favor… -Le suplicó
él.
-No me hagas esto, no quiero escucharte… -
Dijo ella, temblaba, tenía miedo a
sentir más dolor.
-No te pido que me des otra oportunidad, solo
que me escuches, necesito que me escuches- Siguió suplicando David.
-Deje de buscarte, te deje ir, era lo que
querías- Aseguró Yhaiza
-quería, o eso pensaba yo...- Agachó él la
cabeza, pero en sus ojos se veía el arrepentimiento.
-¿Y ahora qué?- Yhaiza no sabía cómo
sentirse, cómo tomarse las palabras que le decía.
-Ahora quiero estar contigo, y lo peor es que
lo sé desde el primer momento en que me llamaste por mi nombre- David le miró a
los ojos con surcos de tristeza en el rostro.
-Es tarde...-Dijo, pensando en todo el dolor
que le había causado.
-Sé que es tarde, y me duele haber tardado
tanto en darme cuenta, solo estaba asustado. Me asustaban mis sentimientos, me
asusté y...
-...Para ya…-Le interrumpió Yhaiza.
-Y si estoy aquí, ahora, es por que el temor
a perderte es más fuerte- Dijo él, hablaba con el corazón, la miraba a los
ojos… Pero Yhaiza se volteó, no quería que la viera llorar, no quería que viera
su dolor…-No voy a irme otra vez, y no voy a dejar que te alejes de mí, me da
igual que no me hables, que me odies, que no quieras verme, no lo haré. Una vez
me hiciste prometer, que pasara lo que pasara nunca te dejara alejarte de mí...-
Continuó David, y la abrazó, el abrazo más sincero jamás conocido…-no voy a
romper esa promesa...- Concluyó él.
-¿Pase lo que pase?...- Le preguntó Yhaiza,
algo insegura…
-Pase lo que pase- Contestó él, con mucho
amor, pero sobretodo, con la mayor seguridad posible.
Yhaiza sonrió, sabía que hablaba
en serio, el miedo se había esfumado y se había llevado al dolor consigo. David,
al cual le encantaba verla sonreír, le rozó con una leve caricia y le dio un
beso en la mejilla. Entonces le dijo:
-Yo no soy un príncipe, pero, ¿Te gustaría
ser la princesa de mi cuento?
Entonces
Yhaiza estaba segura, ese era el comienzo de una bonita historia.
Fin
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